Las redes sociales como instrumentos de resistencia y rebelión.
Fotografía tomada durante las protestas de Egipto del 2011. |
“Sembrad
una pequeña simiente de rebeldía, y determinaréis una cosecha de libertades.”
Práxedis G. Guerrero, periodista y minero de Guanajuato que colaboró con el
periódico “Regeneración” que se rebeló ante la dictadura de Porfirio Díaz.
Así como Práxedis, es fundamental
mantener al pueblo informado sobre las atrocidades que lleguen a cometer nuestros
gobernantes, o cualquier persona o institución, contra nuestra integridad. Y no
solo eso, también cualquier cosa que nos pueda ayudar a trascender
intelectualmente, que nos ayude a aprender más, que nos iluminé y nos ayude a
salir de las penumbras de la caverna.
La información siempre ha sido la
mayor ventaja que un pueblo puede tener ante sus opresores. Un pueblo culto es
un pueblo fuerte y un pueblo unido lo es aún más. Y por el contrario, la
desinformación ha mantenido al pueblo dividido por generaciones. En estos
tiempos, cuando esa información circula por las redes a una velocidad
impresionante y donde los datos difieren entre tal y cual fuente, es difícil
poder estar seguros de cuál es la verdad. Sin embargo, lejos de desanimar,
debería incentivar el querer buscar mejores fuentes o información más confiable
para poder compartirla con los demás, poder debatirla y criticarla. Como bien
dice Manuel Castells en su libro Comunicación
y poder, estas redes sociales de información pueden suponer un poder por
parte de la sociedad en contra del poder del Estado, organizaciones o incluso
contra el mercado en una suerte de “contrapoder” o rebelión.
La afinidad que encontremos con la
información, el estar o no de acuerdo con el statu quo, nos ayudará a conformar
grupos sociales dentro de estas redes tales como Facebook o Twitter. Aunque es
por lo general cuando algo va mal que el pueblo pareciera unirse más. De hecho,
según uno de los detractores, Morozov, estas redes sociales no sirven como
forma de organización pues crea lazos débiles. Esto es, que nadie sale a tirar
cocteles molotov por el tweet del amigo de un amigo que uno conoce por
internet. Eso es totalmente cierto, pero es que tampoco se trata de incitar la
violencia por estas redes (aunque en algunos casos es posible que se de), sino
el de generar el razonamiento crítico.
Recordemos lo sucedido en la
Revolución Verde de Irán en el 2009 donde los iraníes organizaron
manifestaciones y huelgas, a través de Facebook y Twitter, en contra del
candidato electo Ahmadineyad. La Revolución Tunecina a principios del 2011,
donde el pueblo utilizó varios medios, incluido el internet, para quitar del
poder a su entonces dictador Ben Ali (quien, por cierto, estuvo en el poder
desde 1987). Posteriormente, se desató lo que hoy conocemos como la Primavera
Árabe donde destacaron, entre los tantos países que participaron para atacar y
disolver a sus respectivos gobiernos, Egipto, Yemen y Libia.
Hay una imagen famosa que estuvo
circulando por la red sobre unos manifestantes egipcios con pequeño cartel que
decía “gracias, Facebook”. Y es que gracias a ese medio, fue posible lograr la
organización para derrocar al entonces dictador Mubarak, quien había estado en
el poder desde 1981. De hecho, es curioso que el impacto de las redes fuera tan
grande que tuvieron que “apagar” Facebook y Twitter para evitar las protestas.
Ahora bien, los detractores dicen
que esas revoluciones se hubieran dado incluso sin la existencia de las redes
sociales; también Castells dice que las verdaderas razones por las que se
dieron los hechos son la miseria, la exclusión social, la falsa democracia y el
encarcelamiento. Tienen razón. Los medios sociales de
comunicación no fueron el detonante, por eso son solo medios, instrumentos.
Las manifestaciones, y es aquí donde
empieza a ponerse más curioso este fenómeno, no son propias de un país. Ha
existido una unión y manifestación a nivel global dentro de estas redes. El
motivo en común fue la censura y el derecho a la libertad de expresión e
información. Yo recuerdo que mucho antes de que saliera en las noticias de la
televisión, las iniciativas de la ley SOPA, PIPA y ACTA ya se debatían y
criticaban en varias página de internet y por Facebook circulaban varios videos
explicativos sobre en qué consistían. Inició también un movimiento conocido
como Anonymous donde sus integrantes portaban mascaras de Guy Fawkes. Declararon
una “guerra cibernética” en varios países. ¡Incluso fueron capaces de tumbar la
página de la CIA! México no fue la excepción, cuando se intentó aprobar la
famosa Ley Doring.
En México, la cuestión de las redes
sociales ha estado algo complicada. Las grandes corporaciones mediáticas,
Televisa y Tv Azteca, han tenido cierta lucha contra las redes sociales. Si
bien se dice que Peña Nieto hizo una compaña intensivamente mediática, fue en
las redes sociales donde tuvo su más dura crítica. Todos recordamos aquel
suceso en donde alumnos de la Ibero corrieron y abuchearon a Peña Nieto. Se
terminó formando el movimiento “Yo soy 132” como producto de ello. Sin embargo,
la influencia de los medios televisivos fue un duro contrincante para las redes
sociales por el hecho de la cobertura del internet y cuántos tienen acceso a
una computadora. Además de eso, fue muy notoria la falta de unidad por parte de
los mexicanos; los bandos estaban muy marcados: entre los que no querían a los pejezombies
y a un loco de la izquierda, los que no querían a un producto de telenovela con
un nivel cultural bastante dudoso representando en los pinos, los que no
querían una “presidenta” que abogaba a su condición de mujer para ostentar el
puesto y prometía el doble de “cuchi-cuchi” si ganaba y los que no querían que
el candidato de Elba Esther le terminara dando más poder a la líder vitalicia
del SNTE.
Lo cierto es que México suele
encontrarse en la posición de elegir al que considera “el menos pior”. Es por
eso que nuestro país debería de utilizar estos medios para informar, pero sin
el clásico “infórmate, ignorante”. Es decir, sin esa necesidad de ser hostiles.
Si seguimos así nunca vamos a llegar a nada y después nos vamos a estar
quejando. Julian Assange, creador de Wikileaks, había propuesto la creación de
otra red social exclusivamente para compartir información de los países de
origen de sus integrantes para fomentar la solidaridad y para que estemos
informados. Personalmente, no tengo ningún problema con que en Facebook se
publiquen cosas como qué desayunamos o con quien acabamos de cortar, pero
estaría bien de vez en cuando mostrar más curiosidad y solidaridad por cosas
que afectan al resto del mundo. Sacarle provecho y aprender con este medio. Darle
un ejemplo a las futuras generaciones de que fuimos capaces, fuimos críticos y
no nos enajenamos. Sea cual sea el medio que utilicemos, no globalicemos el
odio y los prejuicios. De eso ya hay mucho. Globalicemos la libertad de
conciencia, la libertad de expresión. Globalicemos la resistencia.
Fuentes:
- Castells, M. (2009). Comunicación y Poder. Alianza: Madrid.
- First Thoughts on Tunisia and The Role of Internet.
- ¿Existen las Twitterrevoluciones?.
- La Wikirrevolución del Jazmín.
- First Thoughts on Tunisia and The Role of Internet.
- ¿Existen las Twitterrevoluciones?.
- La Wikirrevolución del Jazmín.