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La Chingada

Todos los que vivimos en México hemos escuchado muchas veces el término "la chingada", así como muchas de sus variantes: "hijo de la chingada", "vete a la chingada", "deja de chingar", "soy un chingón". Pues bien, estas expresiones son parte de la idiosincrasia mexicana y, por lo tanto, parte de nuestra cultura. Es una palabra que heredamos y va, en cierta forma, de la mano con el machismo que en nuestro país impera.
     La palabra "chingar" tiene un significado muy fuerte y violento: violar, romper, someter, etc. Tan solo hay que comparar un poco. ¿Qué se le dice a una persona a la que se le hizo una maldad o travesura? "Te chingué". En México existe cierta fascinación por chingar al otro y no es porque sea malévolo, sino porque también existe la posibilidad de que a él se lo chinguen antes, sin previo aviso porque el chingar no pide permiso. Lo chingado es lo jodido, lo que no sirve y el chingado aquel que fue sometido de alguna forma. Es una palabra agresiva que invade la intimidad de otro. La expresión "¡Ah, cómo chingas!" se utiliza para alguien que está molestando o enfadando. El que hace una chingadera es quien actúa rompiendo las normas o lo convencional. El que chinga rompe, abre y penetra, y convierte a lo que chinga en "lo chingado". No por nada el macho es "chingón" y, tampoco por nada, existe la expresión "hijo de la chingada". La pobre madre mexicana que tiene toda la carga del hogar sobre sus hombros. Mentada todo el año y recordada solo los días 10 de cada mayo. Claro que la referencia es simbólica en algunos casos, pero tristemente literal en muchos otros. Somos hijos de esa madre que ha sufrido tanto, todos somos hijos de la chingada. 
     Sin embargo, pareciera que existe una negación. Se pretende llamar hijo de la chingada a la otredad, al que no es mexicano o al que lo es poco. En cierta forma es una respuesta al derrotismo y al conformismo. ¿Será porque el hijo hereda la actitud de la "madre"? Es probable que la madre, en este caso, sea una representación de nuestra raíces, de nuestra educación (probablemente casera). Nadie quiere ser parte de eso y, sin embargo, lo somos.
    

  Ya lo mencionaba Octavio Paz en "El Laberinto de la Soledad", en el capítulo de los "Hijos de la Malinche". No es de extrañar que se incluya el nombre de la Malinche en ese capítulo pues ella fue la "chingada" original, la representación de la subordinación por parte de indios y, posteriormente, mestizos. Representa la entrega de nuestra nación a los españoles. Representa la violación no solo de la indígenas, sino también de la tierra en general. Ya nos chingaron antes, no vaya a ser que nos chinguen otra vez. 
     La palabra también tiene una fuerte connotación sexual, siempre agresiva. Y es muy curioso escuchar expresiones como "me chingue a esa vieja" como si ella no hubiese tenido ninguna oportunidad de negarse al acto. Como si la tuviera dominada. Es en nuestro país una cualidad el saber chingar. Chingar en todo, realmente. Ya sea en la política, en los negocios, en sociedad. Sin embargo, hay que ser cerrado y desconfiado. 
     Esas descripciones me recuerdan un poco, o más que un poco, a la forma de ser del hombre machista. Muchos de ellos dicen que no confían en los homosexuales porque "no vaya a ser que les traten de dar un beso". Es decir, se asume esa invasión, de hecho agresiva, del espacio personal. Recordemos que el chingón es cerrado y es el que penetra (tanto de forma literal como metafórica) y esto aplica también a que alguien penetre, en este caso figurativamente, en su masculinidad. Basicamente, que un homosexual, o incluso heterosexual, bese a un machista atenta contra su masculinidad. En otras palabras, lo están chingando. El chingado es el que está abierto y sometido. Por ello abrirse a cuestiones sentimentales, de expresión, no es de machos.
     Existen otras dos concepciones muy utilizadas de esta palabra: el "vete a la chingada" y "ya te cargó la chingada". El primero hace referencia a mandar a alguien a un lugar inhóspito, lejano, a un lugar indeseable. Es algo que se le desea al enemigo. Y la segunda hace referencia a que ya no tienes ninguna oportunidad o a se está pasando por un muy mal momento. En el peor de los casos es una referencia a que la muerte ya está muy cerca y qué mejor forma de expresarlo pues, quien está muerto, ya se chingó.


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