Por quién doblan las campanas
Recuerdo que en una ocasión tuve la oportunidad de sentirme dentro de los paisajes que en esa obra de arte se describían: fui a acampar a un bosque. Fue realmente divertido, iba adentrándome a ese universo silvestre de rocas y árboles, y un río que lo atravesaba. Con algunos mosquitos y mis dosis de nicotina en forma de cigarrillos para que no me distrajeran (guardando las colillas en una cajita a parte, claro está). Con sonidos de una fauna lejana, cantos y uno que otro aullido, los suspiros del viento y el arrullo del agua que corre por el río, la relajación estaba garantizada.
Claro, en mi caso no me vi involucrado en ninguna guerra como en la del libro. No tuve que enfrentarme a los fascistas, a los hombres de Franco. No tuve que planear, junto con los anarquistas, la detonación de un puente. No, tampoco tuve la oportunidad de dormir con María, la chica "fea" que en nuestra imaginación siempre fue una belleza. Y no, tampoco pude ser un héroe como el profesor que con nervios de acero actuó en calidad de soldado, Robert Jordan.
No, la verdad es que la novela es mucho más interesante que mi viaje al bosque. Es una obra que llena a uno de inspiración. Y no solo por la obra en sí. El título de la novela está basado en un poema de John Donne, un poeta metafísico que vivió entre el siglo XVI y el siglo XVII. El poema dice:
«Nadie es una isla completo en si mismo; cada hombre es un pedazo del continente, una parte de la Tierra. Si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida, como si fuera un promontorio, o la casa de uno de tus amigos, o la tuya propia; por eso la muerte de cualquier hombre me disminuye, porque estoy ligado a la humanidad; y por consiguiente, nunca preguntes por quién doblan las campanas porque están doblando por ti».
Recuerdo que la razón por la que leí este libro fue porque en una clase que tuve en la universidad, una clase llamada "conocimiento y cultura", el profesor no dejaba de repetir la última línea. El profesor tenía una excelente ortografía y nos regañaba con bastante coraje si cometíamos algún error. Su español era muy bueno, pero su acento siempre delataba su origen, siempre hablaba con un francés muy marcado. Él es de origen haitiano y, por ello, siempre nos decía, a manera de aliento, que sí el pudo aprender español, nosotros también. Creo que por su origen, también, nos repetía esa misma línea cada vez que podía (perdió familia en el catastrófico terremoto de Haití en 2010). Nos decía: "¿Por quién doblan las campanas? ¿Por los muertos? Ellos ya no pueden oír, ya están muertos. Doblan por los vivos, muchachos, ¡para recordarles que ustedes todavía están vivos!". Siempre encontré esas palabras muy inspiradoras.
Aunque no solo se trata de una lección de vida. La obra es sobre guerra, sobre la Guerra Civil Española para ser exactos (la novela fue publicada 4 años después de su inicio, en 1940), y eso la convierte en una novela bélica-histórica. Creo que esa es una de las razones por las que amo tanto esta novela: soy una amante de la historia y me agrada leer sobre guerras. No me mal interpreten, no es que esté a favor de las matanzas, sino que me agrada leer sobre ellas por el valor histórico y el rumbo que se toma después, también me gusta leer sobre las tácticas utilizadas (¿qué se puede esperar de alguien que estudia Ciencias Políticas y espera obtener una maestría en Historia?). No sé, a muchos les podrá parecer morboso, y quizá lo sea, pero dejar que los relatos se pierdan en el tiempo me parece una falta de respeto a su memoria y a la memoria de la humanidad.
Como muchos ya saben, Hemingway participó en dicha guerra como corresponsal. Al parecer, hizo más cosas que ser solamente un corresponsal; se dice que le enseñó a usar el fusil a varios soldados rebeldes durante sus visitas a las brigadas. Es curioso, pareciera que Hemingway, tras haber dado nacimiento a su propia leyenda, creara una leyenda literaria con varios de sus atributos.
Varios aspectos se pueden analizar dentro de la novela. En lo personal, los personajes más importantes son Jordan, Pilar, Pablo y María. No sé, supongo que podrían representar distintos niveles de voluntad. Cada uno de ellos tienen un carácter totalmente distinto, y se podría decir que hasta invertido. Jordan es calculador, cuidadoso, es de mente fría y tiene la vista fija en la victoria o en los mejores resultados de su empresa cueste lo que cueste; María es joven y es hermosa, es inocente aún después de haber sufrido vejaciones por parte de los fascistas y, también, se podría decir que es un poco derrotista (al menos al principio); Pablo es un borracho cuyos años de gloria ya han pasado y se ha terminado por convertir en un holgazán que duda del éxito del plan de Jordan, es un ser, se podría decir, castrado; y Pilar, por último, es toda una fiera, especialista en el arte de insultar (sabe pensar con rapidez). Pilar es un personaje muy curioso, tiene un carácter extremadamente fuerte, pero no para de decirle a Jordan que se lleve a María. Es decir, le desea que le de una mejor vida y que, de paso, se la de él también. La barrera entre éxito y felicidad, creo que algo por el estilo se habrá estado debatiendo Hemingway por esos tiempos.
También se filmó una película basada en este libro, titulada de la misma forma, en 1943 (la recomiendo y después haré un post sobre ella para complementarlo con el libro). Les dejo el trailer: